Data brokers: qué son, cómo operan y por qué tus datos valen millones
Los data brokers son empresas que recopilan, empaquetan y venden o licencian información personal obtenida de registros públicos, compras, apps y tu actividad online para crear perfiles que otros usan en publicidad, seguros, crédito o política. En pocas palabras: intermediarios de datos.
Ahora, en cristiano: los data brokers son el eslabón invisible que convierte tu vida cotidiana en un negocio. Sí, “los brokers de datos y cómo ganan millones con tu vida”. Y no, “no solo Facebook y Google te conocen”. Cada rastro —esa búsqueda rápida, el like, la compra con tarjeta, el Wi-Fi del gimnasio— se convierte en un dato más de tu perfil.
¿Por qué importan? Porque “permitimos que nuestra información personal sea recabada, empaquetada y vendida a terceros” a cambio de servicios “gratis”. El resultado es un mercado gigantesco en el que miles de compañías (muchas “casi completamente desconocidas y apoyadas como data brokers”) saben todo de ti: “tu nombre, tu edad, tu sexo, tu condición de salud, tus gustos, dónde vives, tu número telefónico, dónde trabajas… y muchísimo más”. Suena duro, pero es la realidad del mercado de datos.

¿Qué hacen exactamente los data brokers?
- Recolectan: toman información de registros públicos, historiales de compra, redes sociales, cookies, dirección IP, fingerprinting y “tarjetas de fidelidad”.
- Enriquecen: combinan fuentes para inferir edad, ingresos, intereses, creencias, incluso riesgos (por ejemplo, si practicas ciertos hábitos que afectan tu seguro).
- Empaquetan: con todo eso, generan perfiles por categorías: “nuevos padres”, “entusiastas del fitness”, “gamers”, etc.
- Monetizan: venden o licencian esos segmentos a anunciantes, aseguradoras, financieras, partidos políticos y, sí, a otros data brokers.
Señales claras de que estás en su radar
- Aceptas banners de cookies “porque estorban”.
- Usas el login social para entrar rápido al Wi-Fi o a una app.
- Te apuntas a “descuentos” con tarjetas de cliente.
- Compras online sin pensar en rastreo.
Todo esto alimenta el mismo motor. Como dices: “con internet todo es fácil y casi siempre gratis o muy barato, pero hay un costo que la mayoría no entiende”.
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¿Por qué tus datos valen millones?
Porque predicen. Saber qué buscas, compras y lees permite anticipar qué vas a necesitar, pensar o votar. Lo que para ti es rutina, para ellos es señal. Y esas señales, agrupadas, valen dinero real. “La venta y reventa de información personal es un modelo de negocio que prospera como casi ningún otro”.
Qué es un data broker y por qué importa ahora
Imagina que cada clic, cada búsqueda, cada foto y hasta la ubicación de tu teléfono se convierten en piezas de un rompecabezas digital sobre ti. Ese rompecabezas lo arman los data brokers, también conocidos como corredores o intermediarios de datos. Su negocio es sencillo (y brutalmente rentable): recolectar, organizar y vender información personal de millones de personas para que otras empresas puedan anticipar tus decisiones.
Los data brokers son los comerciantes del siglo XXI, pero en lugar de vender productos, venden información sobre ti. Tal cual.
“Permitimos que nuestra información personal sea recabada, empaquetada y vendida a terceros”, muchas veces sin darnos cuenta, solo por haber hecho clic en “aceptar todo” al entrar a una web.
El nuevo petróleo son tus datos
Durante años se dijo que “los datos son el nuevo petróleo”. Y no era una metáfora vacía. Los data brokers funcionan como las grandes refinerías de ese petróleo digital: extraen información bruta desde miles de fuentes, la limpian, la combinan y la convierten en un producto de alto valor. Con ella, las empresas pueden saber qué te interesa, cuánto puedes gastar y cómo convencerte de comprar.
El resultado es un perfil tan detallado que da miedo.
“Los data brokers saben todo de ti: tu nombre, tu edad, tu sexo, tu peso, tu condición de salud, tus gustos, quiénes son tus familiares, dónde vives, tu número telefónico, cómo se llama tu pareja, dónde trabajas…”. No es ciencia ficción; es un mercado multimillonario que opera en silencio.
Por qué importan ahora más que nunca
Antes, la información se quedaba en tu libreta, en tu médico o en la tienda donde comprabas. Hoy, cada rastro digital se comparte, se cruza y se monetiza. El auge de la inteligencia artificial y la analítica avanzada ha disparado la demanda de datos. Las máquinas aprenden de nuestras rutinas, y los data brokers son quienes les alimentan de esa información.
En 2019, el mercado global de corredores de datos se valoró en más de 230 mil millones de dólares, y las proyecciones apuntan a que superará los 345 mil millones para 2026. Así de grande es el negocio. “Hay más de 4000 compañías en todo el planeta dedicadas exclusivamente a recolectar nuestra información personal”, muchas de las cuales jamás has escuchado nombrar.
Lo que los hace peligrosos
El problema no es solo que vendan información, sino la opacidad con la que lo hacen. La mayoría de estas empresas no son visibles para el público. No hay una ventanilla donde puedas preguntar “¿qué saben de mí?”. Operan en las sombras, y aunque no te “roban” los datos —porque se los das tú mismo—, el resultado es igual de inquietante.
“Lo peor de todo es que no te robaron la información; en casi todos los casos se las diste en los cientos de interacciones al estar en línea.”
Cada app, cada web y cada tarjeta de fidelidad es una puerta de entrada para ellos.
De los archivos en papel al big data: breve historia del negocio de la información
Para entender a los data brokers hoy, hay que mirar atrás. Lo primero que tenemos que saber es que la recopilación de datos… tuvo su origen en un mundo analógico. Mucho antes de las cookies y las apps, la información ya se guardaba, se cruzaba y se monetizaba. Médicos, aseguradoras, comercios y administraciones archivaban millones de registros en papel: historiales clínicos, compras, censos, padrones. Con el tiempo, ese océano de fichas pasó a microfilms y, más tarde, a bases de datos digitales.
Yo lo viví tal cual cuando empecé a investigar el mercado: “según Knowledge Sourcing Intelligence, tuvo su origen en un mundo analógico”. Y un caso clásico que me marcó fue aquel de una compañía que vio el valor que tenían estos registros médicos: “fue in health fundada en 1954… los empleados de campo… fotografiaban cientos de miles de registros de recetas en las farmacias para que después los empleados de oficina transcribieran las imágenes”. El proceso era tosco, pero ya había negocio: “james comenzó a vender datos sobre las prescripciones médicas” para que las farmacéuticas ajustaran su discurso comercial. Décadas después, “en el 2014 reportó ingresos por 2.600 millones de dólares y para el 2016 valía 9 mil millones”. La moraleja es simple: el valor económico de los datos no nació con internet; internet solo pisó el acelerador.
De la libreta al algoritmo de los data brokers:
- Años 50–80: registros físicos → digitalización básica. Aparece la venta “industrial” de listados (médicos, comerciales, censo).
- Años 90–2000: llega la web; surgen bases de datos masivas y primeras redes publicitarias online.
- 2007–2015: el móvil lo cambia todo: geolocalización, apps, tarjetas de fidelidad y pagos unen el mundo online y el offline.
- 2016–hoy: big data + IA. Los data brokers integran millones de señales (cookies, IP, fingerprinting, compras, Wi-Fi social) y construyen perfiles predictivos de altísimo valor comercial.
Y aquí encaja lo que repito desde siempre: “los brokers de datos y cómo ganan millones con tu vida no solo Facebook y Google te conocen”. El ecosistema explota en tamaño cuando aceptamos—casi sin mirar—los permisos, los banners de cookies y los programas de puntos. Porque, como digo sin rodeos, “permitimos que nuestra información personal sea recabada, empaquetada y vendida a terceros”. Esa es la esencia histórica del mercado de datos: recolectar, unir piezas y revender conocimiento.
Tipos de data brokers y qué datos compran o venden
Los data brokers se agrupan en varias categorías según para qué usan y cómo empaquetan la información: marketing/publicidad, verificación de identidad y people search, riesgo/seguros/crédito, localización móvil, datos sanitarios y B2B. Todos compran, agregan o licencian datos para crear perfiles listos para usar.
Los tipos de data brokers:
- Marketing & AdTech: Agregan señales de compra, navegación y apps para segmentarte y predecir qué vas a comprar.
- Identidad y people search: Directorio de personas: teléfonos, direcciones, familiares, redes. Útiles para onboarding, KYC o búsquedas públicas.
- Riesgo, seguros y scoring: Modelos que estiman probabilidad de impago, siniestro o fraude. Alimentan pólizas y límites de crédito.
- Localización y movilidad: SDKs y bidstream publicitario para geolocalización anónima que luego reidentifican por patrones.
- Salud y estilo de vida: No siempre datos clínicos directos: usan compras, búsquedas y hábitos para inferir categorías sensibles (p. ej., embarazo/fitness).
- B2B y firmográficos: Datos de empresas, cargos, correos laborales y tecnología usada para ventas y prospección.
- Marketplaces y resellers: No recogen de origen: revenden o enriquecen datos de otros data brokers (sí, el ecosistema se vende a sí mismo).
“Hay montones de compañías casi completamente desconocidas y apoyadas como data brokers”. Muchas operan en las sombras, y otras son marcas gigantes con divisiones de datos.
¿Qué datos compran o venden los data brokers?
Todo lo que describe e infiere quién eres, qué haces y qué probablemente harás.
- Identificación y contacto: nombre, edad, sexo, dirección, teléfono, emails.
- Demografía y hogar: estado civil, tamaño del hogar, alquiler o propiedad.
- Finanzas de consumo (señales): rango de ingresos, nivel de gasto, bienes (coche, vivienda).
- Historial de compra: tickets, frecuencia, marcas favoritas, suscripciones.
- Comportamiento online: webs vistas, búsquedas, cookies, dirección IP, fingerprinting, web beacons.
- Geolocalización y movilidad: lugares visitados, rutinas, “home/work” inferido.
- Red social y afinidades: amigos, familia, intereses y comunidades.
- Creencias e intereses sensibles (inferidos): política, religión, salud, estilo de vida.
- Registros públicos: propiedades, licencias, registros civiles y judiciales.
“Los data brokers saben todo de ti: tu nombre, tu edad, tu sexo, tu peso, tu condición de salud, tus gustos, quiénes son tus familiares… y muchísimo más”.
Y “lo peor de todo es que no te robaron la información; en casi todos los casos se las diste” al aceptar cookies, usar login social o apuntarte a una tarjeta de fidelidad.
Cómo lo empaquetan para vender (y por qué “licencian”)
- Segmentos y etiquetas: “nuevos padres”, “entusiastas del fitness”, “alto poder adquisitivo”, “propenso a cambiar de coche”.
- Puntuaciones (scores): probabilidad de compra, riesgo de impago, afinidad política.
- Listas de personas con un rasgo común (p. ej., “interesados en gaming”).
- Feeds/API para activar campañas, seguros o underwriting.
No se te olvide: “los brokers de datos y cómo ganan millones con tu vida”. Borrar tu huella digital es fácil y si no lo haces, puedes ser objeto ya no sólo de la venta de tus datos, sino también de estafas por Internet.
Fuentes de recolección de los data brokers: web, apps, cookies, fingerprinting y mundo físico
¿De dónde sacan los data brokers toda la información que tienen sobre nosotros? La respuesta corta: de todos lados. Cada clic, cada compra, cada formulario y cada paso que das deja una huella digital o física que alguien puede rastrear, registrar y, finalmente, vender.
Los data brokers viven de tus rastros. No es magia: es ingeniería de datos aplicada a la vida cotidiana.
Lo que haces en internet se queda en internet: la realidad de los data brokers
Todo empieza con lo más básico: las cookies. Ese aviso que aparece cada vez que entras a una web no está ahí solo por cortesía legal. Es el candado que abre la puerta al rastreo. Actualmente “en casi cualquier portal web en el que entramos nos sale una pequeña ventana que nos pide la autorización de cookies y ciertos permisos adicionales”.
Aunque algunas cookies son necesarias para que las páginas funcionen, muchas otras existen con un propósito muy claro: seguir tus movimientos en la web y registrar toda tu actividad. Junto con ellas, entra en juego el seguimiento de dirección IP —esa especie de matrícula digital que identifica tu conexión—. Además, “a través de la dirección IP los portales web encuentran la ubicación geográfica de los visitantes”. Solo con esa información ya se pueden inferir tus horarios, tu país, tus hábitos de conexión y hasta tus intereses locales.
Y eso es solo el principio. Los data brokers también usan balizas web (web beacons), pequeños códigos invisibles en correos o páginas que notifican si abriste un mensaje o viste un contenido. Tu navegador también delata tu identidad: el llamado browser fingerprinting recopila datos sobre tu dispositivo, idioma, resolución de pantalla, sistema operativo y extensiones. Todo combinado genera una “huella” casi única que te identifica aunque borres las cookies.
Lo que compartes en tus apps también alimenta el negocio
Tus aplicaciones favoritas —redes sociales, juegos, apps del clima o del fitness— registran tus interacciones y las comparten con terceros. Cada vez que otorgas un permiso (“permitir acceso a ubicación”, “sincronizar contactos”, “analíticas de uso”), estás abriendo otra vía de datos.
Los SDKs de publicidad insertados en miles de apps son uno de los canales más usados por los data brokers. De ahí obtienen tus coordenadas GPS, modelo de teléfono, tiempos de uso, intereses e incluso cómo te mueves en el mapa. La información pasa por varias manos antes de llegar a los brokers, y para cuando te das cuenta, ya eres un registro más en una base de datos comercial.
El mundo físico también deja rastros para los data brokers
Aquí está la parte que más sorprende a la gente: los data brokers no dependen solo de internet. Es gracioso porque, “podría parecer que es difícil obtener información de millones de personas, pero nada está más alejado de la oscura realidad… los brokers de datos consiguen información personal desde una gran variedad de fuentes y no lo hacen únicamente a través del internet”.
Entre esas fuentes están:
- Registros públicos: compraventa de propiedades, licencias, censos, matrimonios o juicios.
- Empresas minoristas: tiendas, supermercados y cadenas de fidelidad que registran cada compra, cada producto, cada tarjeta de puntos. “La tienda a la que vamos frecuentemente y que nos ofrece tarjetas de descuento por ser clientes frecuentes tienen un excelente registro de nuestra actividad”.
- Departamentos de vehículos, registros sanitarios o escolares, que en algunos países han llegado incluso a vender información confidencial. Tal como señalaste, “hubo un gran escándalo cuando se descubrió que varias agencias estatales del departamento de vehículos motorizados estaban vendiendo información confidencial de los ciudadanos”.
Todo eso se combina con los datos online y se convierte en un retrato casi perfecto de quién eres y cómo vives.
¿Cómo juntan las piezas de tu información los data brokers?
Los data brokers no solo recolectan; cruzan información. Toman tu IP y la relacionan con tus búsquedas, tus compras con tu ubicación, tus redes con tu correo y tus hábitos con tu edad. Y de ahí surgen los perfiles hiperprecisos que alimentan campañas publicitarias, algoritmos de riesgo o segmentaciones políticas.
Además “con toda esta información se puede crear un perfil basado en el comportamiento en línea… se pueden hacer predicciones bastante acertadas sobre el tipo de cosas que le podrían interesar en el futuro cercano a un sujeto en particular”.
Y lo más inquietante: no hace falta que digas quién eres; tus datos ya te delatan.
Preguntas frecuentes sobre los data brokers
Son empresas que recopilan, analizan y venden o licencian información personal obtenida de tu actividad online y offline.
De tus interacciones digitales (cookies, IP, redes sociales, apps) y también de fuentes físicas (registros públicos, tiendas, programas de fidelidad).
En la mayoría de países, sí, siempre que tú hayas aceptado los términos y condiciones. Aunque muchas veces ese consentimiento se obtiene sin que realmente entiendas su alcance.
No siempre. Técnicamente suelen “licenciar” o “alquilar” la información, lo que les permite operar dentro del marco legal y reducir responsabilidades.
Puedes reducirlo configurando tu navegador, usando bloqueadores de rastreo y revisando los permisos de tus apps, pero eliminarlo por completo es casi imposible.





